*EVO "EL RADICAL"*
_Texto escrito por Gabriel Rodriguez_
La transformación de Evo Morales de un líder de izquierda a una figura política de derecha en Bolivia es un fenómeno que merece un análisis detallado. Este cambio ha llevado a una fractura significativa dentro del Movimiento al Socialismo (MAS), creando un sector que se autodenomina "radical". Sin embargo, este sector no es más que un disfraz conservador para estrategias orientadas a la retención del poder. Este estudio examina las implicaciones de este giro ideológico y su impacto en la política boliviana y los movimientos sociales.
La evolución política de Evo Morales ha sido marcada por un giro sorprendente hacia la derecha. Originalmente un líder revolucionario y un defensor de los derechos indígenas y la justicia social, Morales ha adoptado una serie de políticas en su última gestión presidencial y alianzas que contrastan con sus ideales iniciales. Este cambio ha sido gradual pero constante, evidenciando una desviación significativa de sus raíces de izquierda.
Morales, que una vez fue el campeón de la redistribución de la riqueza y la nacionalización de los recursos, ha comenzado a abrazar políticas que favorecen el neoliberalismo y la conservación del poder. Esto ha incluido un acercamiento a figuras e instituciones tradicionalmente asociadas con la derecha política, así como un cambio en su retórica y enfoque político. Este desplazamiento ideológico ha generado descontento y confusión entre sus seguidores y críticos por igual que lo ven ahora como el principal opositor de la izquierda en Bolivia y su proceso revolucionario plurinacional.
Bajo la dirección de Morales, el MAS ha experimentado una división, dando origen a un sector que se presenta como "radical". No obstante, este radicalismo es una ilusión. En lugar de promover una agenda progresista o de cambio social, este grupo se ha centrado en mantener el poder y reforzar una agenda política conservadora. Sectores radicales fueron los que se quedaron y se mantuvieron durante el golpe de estado en nuestro país el año 2019.
Este sector "radical" del MAS, lejos de encarnar los ideales revolucionarios del socialismo o el progresismo, parece estar más comprometido con la conservación del status quo y la centralización del poder (mismos errores de Evo de su última gestión). La retórica radical se utiliza como una herramienta para legitimar las prácticas autoritarias y para consolidar el poder de Morales y sus aliados, a menudo a expensas de la democracia y la transparencia.
Uno de los aspectos más preocupantes del liderazgo actual de Morales es la prevalencia de la corrupción y la mala gestión pública en su círculo cercano. Muchos de los que están a su alrededor tienen historiales de corrupción y han sido responsables de decisiones que han llevado a pérdidas económicas significativas para Bolivia (Teresa Morales: Enatex, Nemensia Achacollo: Fondioc).
Curiosamente, algunos de estos individuos como Carlos Romero o Marcelo Claure jugaron un papel en el golpe de estado de 2019 contra Morales, lo que subraya una ironía política y una falta de coherencia ideológica en el liderazgo actual del MAS. Este entorno de corrupción y oportunismo político plantea serias dudas sobre la autenticidad y la integridad del "nuevo" MAS bajo Morales.
Evo, en su empeño por mantener el control del MAS, ha abandonado y despreciado a los movimientos sociales que fueron fundamentales en la fundación del partido (Bartolinas, interculturales y CSUTCB). Este alejamiento de los movimientos que originalmente apoyaron su ascenso al poder representa una traición a los principios fundacionales del MAS y al proceso revolucionario llamado “Proceso de Cambio”.
Esta estrategia de Morales ha llevado a una centralización del poder y a una disminución de la pluralidad y el debate interno en el MAS. Al relegar a los movimientos sociales y centrarse en su propia agenda política, Morales ha socavado la base misma de su legitimidad y ha debilitado la estructura democrática del partido y de la izquierda en Bolivia. Este abandono ha generado resentimiento y ha fracturado aún más llevando a una explosión que pueda dañar seriamente también diferentes partidos políticos alrededor de él.
Como lo denunciaba Felipe Quispe y su hijo Hayar, Evo Morales ha recurrido a tácticas de división y fraccionamiento de movimientos sociales, una estrategia reminiscente de las décadas de 1980 y 1990 en sus tiempos de líder sindical. Su objetivo ha sido debilitar cualquier oposición interna y consolidar su posición de liderazgo, una táctica que ha tenido un impacto negativo en el MAS y el “Proceso de Cambio”.
Esta estrategia ha contribuido a la erosión del tejido social y político en Bolivia. Al dividir y debilitar los movimientos sociales, Morales ha socavado la solidaridad y la cohesión que son cruciales para cualquier movimiento revolucionario genuino. Este enfoque ha disminuido la capacidad del MAS para actuar como una fuerza unificada para el cambio social y ha debilitado la resistencia contra las fuerzas conservadoras y neoliberales reales en Bolivia.
La transformación de Morales y su enfoque centrado en la retención del poder en lugar de atender las necesidades del pueblo boliviano representa un fracaso significativo para la izquierda boliviana y la comunidad internacional de izquierda. Al priorizar sus ambiciones políticas sobre los principios de justicia social y equidad, Evo ha traicionado a aquellos que una vez lo consideraron un líder de la causa progresista. Hoy lo vemos utilizando las mismas estrategias que utilizaba Gonzalo Sanchez de Lozada para ser nuevamente presidente: “Nuestra marca es Crisis”.
Esta traición ha resultado en una decepción profunda entre los que esperaban que Morales liderara una transformación social y política genuina. Su desviación de los ideales de izquierda y su adopción de tácticas autoritarias y conservadoras han alienado a muchos de sus antiguos seguidores y han dañado la credibilidad de la población a la izquierda boliviana a partir de las intenciones de Evo con nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario