*Héroes, Superhéroes, y las tumbas de sus caretas*
Por: Embajador Dr. Lorenzo Angiolillo Fernández.
La Tumba y el Tesoro: Una Mirada Comparativa al Fraude a Través de los Siglos.
Es fascinante cómo la historia, a pesar de los siglos que nos separan de épocas pasadas, nos presenta ecos de comportamientos humanos que parecen inalterables. La comparativa que se plantea entre el fraude de las reliquias en la Edad Media y las alegaciones sobre el uso de la tumba de la exesposa de Donald Trump para una posible evasión fiscal, es un ejemplo claro de ello. Aunque los escenarios son radicalmente distintos, las motivaciones y algunos de los mecanismos subyacentes revelan una sorprendente similitud en la búsqueda del beneficio a través de la manipulación.
En esta sombría galería de la ambición y el olvido, resuenan ecos de otros ultrajes a la memoria y al respeto debido a los difuntos. Me sorprende profundamente la utilización de una exesposa, la madre de sus hijos, cuya tumba única y sola se erige en un campo de golf de 200 hectáreas, un lugar que ella, por cierto, odiaba. Esa tumba, hasta hoy, permanece totalmente abandonada, supuestamente para lograr un objetivo tan inhumano , y hay mucha información de prensa que lo corrobora, amén de la posible campaña en busca del desprestigio por parte de los demócratas opositores al presidente Trumps, al Parecer !Ni la familia ni los hijos han hecho nada al respecto!. El caso de Evita Perón, cuyo cadáver fue objeto de una lamentable profanación, vejación y ocultamiento durante años hasta su rescate, nos estremece con una similar falta de humanidad y un frío cálculo político que pisotea la dignidad. Asimismo, la novela "Entre Héroes y Tumbas" de Ernesto Sabato explora las profundidades de la psique humana, revelando la distancia abismal que puede existir entre la imagen pública de un héroe y la oscuridad de sus actos privados, las "caretas" que ocultan tumbas interiores. La soledad imponente de esa tumba en medio de un campo de golf, un lugar que la difunta aborrecía, se convierte así en un poderoso símbolo de la desconexión entre la fachada y la realidad, un monumento al abandono y a la instrumentalización de la memoria ajena para fines egoístas, tal como lo sugiere el título de este artículo: "Héroes, Superhéroes, y las tumbas de sus caretas."
El Peaje que se Juega: El Costo Moral de la Manipulación
En este escenario de supuesta instrumentalización de la memoria, surge una pregunta incómoda: ¿qué peaje se juega el individuo cuando decide utilizar algo tan sagrado como el descanso final de una persona para un beneficio meramente económico?
Cuando hablamos de las reliquias medievales, el "peaje" se pagaba en la moneda de la fe y la credulidad popular. Se erosionaba la confianza en las instituciones religiosas, aunque quizá no de forma inmediata o consciente para el creyente promedio de la época. A largo plazo, sin embargo, la proliferación de reliquias dudosas y la ostentación que las rodeaba contribuyeron a un cierto cinismo y a movimientos de reforma. El costo era la integridad espiritual de la sociedad y la pureza de la devoción. Se jugaba con la esperanza de la gente, ofreciendo falsos atajos a la salvación o la curación.
En el caso moderno, el "peaje" es aún más tangible y, si cabe, más desolador. Se juega con el respeto a los difuntos y la sensibilidad social ante la muerte. Utilizar una tumba, un lugar que por tradición y emotividad se considera inviolable, para una ventaja fiscal, no solo es una burla a la dignidad de la persona enterrada, sino una afrenta a la memoria colectiva y a la decencia. El costo aquí es la deshumanización del propio acto de recordar y honrar. ¿Qué tipo de mensaje envía a la sociedad cuando la última morada de alguien se convierte en un instrumento contable? Es un peaje en la brújula moral, que degrada el valor de lo humano y lo espiritual en aras del lucro. Se arriesga la propia reputación y legado, no solo ante la ley, sino ante la historia y la opinión pública, que rara vez perdona la falta de humanidad. El juego es perverso: ¿cuánto vale la honra frente a una desgravación fiscal?
Lo Inaudito No Es Nuevo: La Mercantilización de la Desgracia Humana
La desfachatez de instrumentalizar la muerte para fines lucrativos o políticos, lamentablemente, no es un fenómeno nuevo ni exclusivo de un único actor. La historia y la contemporaneidad nos ofrecen ejemplos escalofriantes de cómo ciertos líderes o entidades son capaces de despojar de toda sacralidad la memoria de los caídos.
Consideremos, por ejemplo, la barbarie en Gaza. Un territorio que se ha convertido en un camposanto total debido a los bombardeos indiscriminados y genocidas. Y es en este contexto de devastación y muerte masiva donde surge la inconcebible idea, expresada públicamente por algunos, de que sería "bellísimo" convertir ese campo santo de exterminio en un resort. Esta visión no solo denota una ausencia total de empatía, sino una profunda perversión de la memoria. Es el culmen de la mercantilización de la desgracia humana, donde la destrucción se ve como una oportunidad para el beneficio económico, ignorando el luto, el dolor y la historia de un pueblo. Es una pintada grotesca sobre la dignidad de las víctimas.
El Respeto Ancestral a los Muertos: Un Contraste Radical
Este desprecio por la memoria de los muertos contrasta de forma radical con la profunda reverencia que muchas culturas han profesado y profesan hacia sus difuntos a lo largo de la historia. El respeto y el rito en torno a la muerte son pilares fundamentales de la humanidad en diversas civilizaciones:
En México, el Día de Muertos es una celebración vibrante y emotiva que honra la memoria de los seres queridos. No es un día de tristeza, sino de reencuentro. Las familias construyen altares con ofrendas, comida y objetos personales de los difuntos, creyendo que sus almas regresan para visitarles. Esta festividad, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es un testimonio de cómo la muerte se integra en la vida con amor y respeto, muy lejos de cualquier cálculo material.
En el antiguo Egipto, el culto a los muertos era central en su cosmovisión. Las elaboradas pirámides, las momificaciones y los rituales funerarios no eran meras extravagancias, sino expresiones de una creencia profunda en la vida después de la muerte y la necesidad de preservar el cuerpo para el viaje al más allá. El faraón, incluso después de muerto, seguía siendo un puente entre lo divino y lo terrenal, y su tumba, un lugar sagrado. La profanación de una tumba egipcia era un sacrilegio de la más alta magnitud, impensable como fuente de lucro moderno.
Incluso en las culturas indígenas venezolanas, el vínculo con los ancestros es sagrado. Los rituales de los indígenas venezolanos para con sus muertos son un ejemplo conmovedor de esta conexión. En algunas etnias, como los Yanomami o los Piaroa, las costumbres fúnebres implican procesos que pueden durar años, incluyendo la exhumación de los restos para un segundo entierro o, en casos como los Yanomami, la cremación y el consumo ritual de las cenizas mezcladas con una bebida y la mazamorra, un acto de profunda comunión y preservación de la memoria del ser querido dentro de la comunidad. Casos más cercanos de la viuda que al perder su pareja de casi 6 décadas de juntar sueños inmigrantes asume como que su deber sabatino mientras viva es llevarles flores. Es una forma de integrar al difunto de manera permanente en la vida de los vivos, fortaleciendo los lazos comunitarios y espirituales, sin asomo de la lógica utilitarista o financiera.
Estas diferencias abismales entre la visión de la muerte como un espacio para el lucro o la manipulación y la concepción ancestral de la muerte como un rito sagrado, un portal o un reencuentro, nos confrontan con la degradación moral de nuestra época. ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo cuando la tumba de una madre, o la devastación de un territorio lleno de muertos, pueden ser vistos como simples oportunidades de negocio? La respuesta a esa pregunta define el verdadero peaje que se juega la humanidad. ∆
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