DEFENSA DE LA CULTURA AUTÉNTICA DE LOS PUEBLOS
En los últimos años hemos visto cómo, en diversas colectividades del mundo, se ha instalado un modelo de “celebración” basado en la ostentación, la farra, el derroche y la contratación de artistas sin proyección internacional. Estos eventos, lejos de fortalecer la identidad cultural, terminan reproduciendo lógicas ajenas, superficiales y funcionales a un sistema que busca distraer, confundir y despolitizar a las comunidades migrantes, especialmente en un momento crítico a nivel global con la problemática de las migraciones.
Mientras los pueblos enfrentan desafíos profundos —crisis económicas, persecución, discriminación, violencias estructurales y políticas migratorias cada vez más hostiles— se promueven festivales y bailes que no ponen en valor lo originario, lo ancestral ni lo auténtico de cada país. Por el contrario, se rinde culto a la música en inglés, al espectáculo vacío y a la estética importada que siempre ha servido para imponer una visión imperial que desarma, divide y desidentifica a los pueblos.
Esta lógica de farándula no es inocente. Es parte de una política comunicacional imperialista que pretende instalar la idea de que el bienestar pasa por el consumo, la fiesta permanente y el vaciamiento de valores colectivos. Un modelo que, además, empuja a sectores vulnerables hacia vicios destructivos como el alcoholismo y la droga, elementos centrales de una estructura capitalista que ha hecho de la dependencia, el consumo y la alienación su forma de dominación.
Lo vemos permanentemente en algunos medios de comunicación que se autodenominan “comunitarios” o “representantes de las colectividades”, pero que en realidad actúan como simples amplificadores de estas prácticas superficiales. En lugar de defender la identidad de los pueblos, terminan incentivando manifestaciones que refuerzan la lógica del espectáculo vacío, del consumo irresponsable y del sometimiento cultural. Lejos de ser espacios de construcción colectiva, se convierten en engranajes que reproducen —con plena obediencia— los intereses del imperialismo y su estrategia de opresión simbólica.
No es casual que el mayor consumidor y exportador de drogas del mundo sea justamente Estados Unidos. No es casual que desde allí se produzcan los contenidos, las estéticas y las modas que luego se imponen globalmente. Lo hemos visto históricamente: guerras disfrazadas de “lucha contra el narcotráfico” mientras se sostiene y financia el mismo negocio que dicen combatir.
Por eso es urgente denunciar esta superficialidad promovida desde ciertos sectores mediáticos, especialmente aquellos que se esconden detrás del rótulo de “comunitarios”, pero que reproducen como eco la agenda imperial que busca desarraigar, despolitizar y desmovilizar a los pueblos migrantes.
Debemos promover una comunicación responsable, crítica y comprometida, que ponga en valor la cultura real de cada país: sus danzas, sus lenguas, sus ritmos ancestrales, su historia, su lucha y su dignidad. Una comunicación que eleve la conciencia, que fomente el pensamiento, que conecte a los migrantes con su raíz y no con la caricatura superficial que se intenta imponer desde afuera.
Desde Red Contacto Sur reafirmamos nuestro compromiso con la defensa de la identidad cultural, la soberanía comunicacional y la unidad de nuestros pueblos frente a cualquier intento de dominación simbólica o ideológica.
Firmado:
Lic. Rubén Suárez
Director – Red Contacto Sur
Noviembre 2025 /Buenos Aires

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