De todos los ríos a todos los mares |
Estimados A medida que se intensifica la campaña israelí de destrucción total de Gaza, millones de personas se dan cuenta de cómo se entrecruzan las estructuras de la opresión a través de las fronteras, las luchas y las historias. Los gobiernos occidentales que durante tanto tiempo han reprendido a otros por su historial de derechos humanos, ahora aplauden uno de los crímenes más graves de nuestro siglo, lo que produce una profunda crisis de legitimidad ideológica. Los bastones de la policía que desde Berlín a Atlanta reprimen las protestas pacíficas en el corazón del imperialismo, revelan que la democracia liberal puede desecharse tan fácilmente como puede convertirse en un arma. Y las consignas propagandísticas procedentes del Estado israelí y de las que se hacen eco funcionarixs y medios de comunicación occidentales —"animales inhumanos", "escudos humanos", "aniquilación total", etc.— retoman el lenguaje de todos los colonizadores, en todas partes, en todos los momentos de su sórdida historia. Las clases dominantes occidentales quedan desenmascaradas. En su entusiasta apoyo a la masacre del pueblo palestino, figuras como Ursula von der Leyen —descendiente ella misma "no sólo de algunos de los nazis más importantes de Alemania, sino también de algunos de los mayores traficantes de esclavos de Gran Bretaña y, por matrimonio, de algunos de los mayores propietarios de esclavos de los Estados Unidos"— revelan una escalofriante continuidad en el proyecto colonial. Es un proyecto inseparable del auge del capitalismo y de las grandes desigualdades de riqueza y poder que persisten en todo el mundo. Desde 1960, las viejas potencias coloniales del Norte Global, encabezadas por los Estados Unidos, han drenado 152 billones de dólares del Sur Global a través de estructuras de intercambio desigual. Cuando estas relaciones parasitarias se ven amenazadas, el imperialismo responde con una violencia psicótica y desenfrenada: del tipo que extermina a una cuarta parte de la población coreana, o a más de un millón de indonesixs, o a un millón y medio de argelinxs, o a doscientos mil guatemaltecxs, o a medio millón de niñxs iraquíes, o a unx niñx gazatí cada diez minutos. Las palabras "nunca más" se oyen en muchos idiomas. El sadismo y la desproporcionalidad son necesarios debido a la debilidad central del imperialismo: su incapacidad para gobernar por consentimiento. Los saltos hacia la liberación siempre se encuentran con una fuerza devastadora, lo que ayuda a explicar por qué muchas naciones que resistieron esa violencia deciden construir ejércitos y arsenales para la autodefensa. En la actualidad, los Estados Unidos son el eje de esa violencia imperial, una posición que han construido cuidadosamente a lo largo de dos siglos. Podemos rastrear una raíz de ese proyecto hasta el 2 de diciembre de 1823, cuando el presidente de los Estados Unidos, James Monroe, estableció una política de dominación estadounidense sobre el hemisferio occidental, proclamando la llamada "Doctrina Monroe". En los dos siglos transcurridos desde entonces, las dimensiones de la dominación estadounidense no han hecho más que crecer, alcanzando "una preeminencia de la que no disfrutaron ni siquiera los mayores imperios del pasado", según el ex secretario de Estado de los Estados Unidos Henry Kissinger. Esa preeminencia está empezando a marchitarse. Por ello, la violencia desatada contra el pueblo palestino no será la última convulsión de la era unipolar que se desvanece. Hasta que se desmantele la maquinaria militar en todas partes, ninguna violencia se considerará demasiado grande para preservar el orden imperial. Por eso debemos prepararnos hoy: afinando nuestras herramientas analíticas y nuestras estrategias en preparación para la situación revolucionaria que se agiganta a nuestro alrededor. En el 200 aniversario de la Doctrina Monroe, lanzamos una campaña mundial contra el militarismo de los Estados Unidos con un Día Mundial de Acción Antiimperialista, invitando a activistas y organizaciones de todo el mundo a organizar acciones, cursos, lecturas o protestas, y ayudando a que las masas de los pueblos del mundo comprendan mejor el nefasto papel del imperialismo*. Como dijo el comunista polaco Karl Radek en la Conferencia de Paz de La Haya de 1922 "[Si] la clase obrera no se levanta antes de que se monte el cañón, es mucho menos probable que se levante después de que se haya proclamado la ley marcial, después de que se hayan soltado todos los demonios del nacionalismo y se haya atado a los obreros de pies y manos". Ellxs construyeron la máquina de guerra. Juntos la cerraremos, desde todos los ríos hasta todos los mares. En solidaridad, *Si tu organización desea participar en esta campaña, ponte en contacto con nosotros para iniciar un debate. En los próximos días y semanas, enviaremos más información sobre la campaña y sobre lo que cada uno puede hacer para participar.
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