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8/30/2024

Palestina Hoy

 


Montevideo, 29 de agosto de 2024.-


La catástrofe humanitaria provocada por Israel, la potencia ocupante, en la Franja de Gaza se agrava día a día y pone en peligro la vida de millones de niños, mujeres y hombres palestinos. Cada día que pasa, esta ocupación expone aún más su ilegalidad, inmoralidad y depravación.

En ausencia de un alto el fuego y bajo el mando de funcionarios extremistas, las fuerzas de ocupación israelíes continúan con su letal ataque en Gaza, causando un enorme sufrimiento humano y devastación.

Los soldados israelíes siguen matando, mutilando y destruyendo con una ferocidad sin precedentes, amenazando la vida de los civiles palestinos y también la de los trabajadores humanitarios, incluido el personal de las Naciones Unidas que intentan desesperadamente ayudar a la población.

A pesar de la insidiosa campaña de propaganda de Israel, los hechos se confirman por los bombardeos deliberados e indiscriminados, ataques y cañoneos por aire, tierra y mar, dirigidos directamente contra viviendas, escuelas, hospitales, iglesias y mezquitas. Y también se ven en los repetidos ataques contra las operaciones de las Naciones Unidas.

Esto incluye el fuego directo contra convoyes humanitarios, como el de las tropas israelíes que balearon un vehículo claramente identificado del Programa Mundial de Alimentos, y los ataques incesantes contra el personal y las instalaciones de la UNRWA, en los que familias que se refugiaban bajo la bandera de la ONU fueron brutalmente asesinadas. Israel también persiste con su campaña difamatoria contra la UNRWA, etiquetando a esta agencia humanitaria de la ONU como una "organización terrorista", en flagrante violación de la Carta, las resoluciones de la ONU y el derecho internacional humanitario.

Mientras Israel continúa obstruyendo la entrada de alimentos, agua, medicamentos y otros artículosesenciales a Gaza, incluidos los suministros de higiene, e impide deliberadamente el acceso  humanitario, la población civil palestina está devastada por el hambre, la hambruna, las enfermedades infecciosas, las dolencias, la desesperanza y la desesperación. El brote de polio, que ha dejado a un bebé de 10 meses completamente paralizado y a otro de 10 meses parcialmente, amenaza las vidas de cientos de miles de niños, la mayoría de la población de Gaza. Hay 640.000 niños menores de 10 años, entre ellos al menos 50.000 bebés nacidos en los últimos diez meses, que probablemente no hayan recibido ninguna vacuna, ya que Israel ha diezmado el sistema de salud en Gaza.

Con este espantoso telón de fondo de bombardeos, hambre y enfermedades, otras 300.000 personas, entre ellas enfermos, heridos, discapacitados, ancianos y huérfanos, han sido obligadas a evacuar y huir de la máquina de matar israelí. Sólo la semana pasada, el ejército israelí emitió 5 órdenes de evacuación de las 16 emitidas en el mes de agosto, prometiendo atacar zonas a las que previamente se había dicho a los civiles que se dirigieran para estar a salvo. Hasta el momento, al menos el 89% del territorio de Gaza ha recibido órdenes de evacuación, desplazando por la fuerza a casi toda la población y sin dejar ningún lugar seguro.

Estamos presenciando cómo en Gaza la humanidad se desmorona a manos de la ocupación israelí. Estamos presenciando cómo se desmorona el estado de derecho, las leyes humanitarias creadas para proteger a los civiles y evitar la matanza y destrucción. En Gaza nada es sagrado, ni siquiera la preciada vida de un niño. Nada es demasiado desvergonzado, demasiado desquiciado ni demasiado cruel el ejército ocupante. Israel sigue justificando sus crímenes de guerra, sus crímenes contra la humanidad y el genocidio.

En consecuencia, somos testigos del escandaloso aumento de las cifras de víctimas en Gaza. Según el último recuento, las cifras superan los 40.500 palestinos muertos y más de 93.600 heridos, la mayoría mujeres y niños.

Asimismo, en Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, las fuerzas de ocupación israelíes, inseparables de las milicias terroristas de colonos israelíes, están intensificando sus ataques contra civiles palestinos, incitadas y dirigidas por políticos que amenazan con declarar la guerra contra toda la población ocupada y prometen hacer a Cisjordania “lo que se ha hecho a Gaza”.

Las invasiones militares, incluidos los ataques aéreos con aviones no tripulados, contra pueblos, ciudades y campos de refugiados palestinos han aumentado tanto en frecuencia como en ferocidad. Según datos de la ONU, sólo en las tres primeras semanas de este mes de agosto, 136 palestinos, entre ellos 41 niños, murieron en ataques aéreos israelíes en Cisjordania, además de otros actos de violencia y terror contra nuestros civiles.

La mayoría de las víctimas han sido del norte de Cisjordania – Jenin, Nablus, Tulkarem y campos de refugiados aledaños. En lo que constituye la mayor invasión militar israelí de los últimos 20 años, las FOI han invadido viviendas, atacado deliberadamente a civiles, destruido infraestructuras vitales e incluso han sitiado los cuatro principales hospitales de la zona, impidiendo que los heridos reciban atención médica. Además, los funcionarios israelíes amenazan con la “evacuación” de los palestinos de Cisjordania, como han hecho en Gaza. Hay que poner fin a esto.

El número de víctimas en Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, desde octubre de 2023, ha aumentado a más de 622 palestinos muertos y más de 6.000 heridos por las FOI y en ataques de colonos. Miles de palestinos, incluidos niños, han sido secuestrados, mantenidos cautivos en cárceles y centros de detención israelíes, y expuestos a los abusos más horribles, incluidas violaciones, abusos psicológicos, brutales golpizas y varias formas de tortura.

Los colonos extremistas también siguen alentando y llevando a cabo la limpieza étnica del pueblo palestino, aterrorizando y desplazando por la fuerza a cada vez más familias palestinas de su tierra. Según informó la OCAH, desde octubre, al menos 1.566 palestinos, incluidos 758 niños, han sido desplazados debido a los ataques de los colonos israelíes, además de los miles afectados por la demolición de sus viviendas,principalmente en Jerusalén Oriental, una parte integral de la campaña ilegal de asentamientos coloniales.

Al respecto, el Presidente israelí declaró recientemente que “los asentamientos han existido desde los albores del sionismo. Son inseparables”, en flagrante desafío al Consejo de Seguridad, la Asamblea General y la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que reafirmaron inequívocamente en su Opinión Consultiva del 19 de julio la ilegalidad de los asentamientos, así como la ilegalidad de la ocupación en su totalidad, y la obligación de todos los Estados, incluido Uruguay, de ponerle fin.

Cada día que se prolonga esta situación abominable, ilegal e inhumana, se producen más atrocidades, más víctimas civiles, más destrucción de infraestructuras civiles vitales y más riesgo de una conflagración total que consumirá a todos y todo lo que encuentre a su paso en Palestina, en Israel y en la región.

Ese riesgo se ve amplificado por los funcionarios extremistas del gobierno israelí que continúan con sus provocaciones contra los lugares sagrados de Jerusalén e intensifican sus amenazas, en particular contra la mezquita Al-Aqsa/Al-Haram Al-Sharif. Hace apenas unos días, el Ministro de Seguridad Nacional israelí, Itamar Ben-Gvir, quien ha incitado y llevado a cabo repetidas incursiones en el recinto de la mezquita

Al-Aqsa, declaró: “Si pudiera hacer lo que quisiera, pondría una bandera israelí en el lugar”, y cuando un periodista le preguntó si pretendía construir una sinagoga en el lugar, respondió afirmativamente: “Sí”.

Hay que poner fin a estas provocaciones y violaciones del statu quo histórico y legal, a las violaciones del derecho internacional y a la falta de respeto a la custodia del Reino Hachemita de Jordania de los lugares sagrados musulmanes y cristianos de la ciudad antes de que se desencaden una guerra religiosa con consecuencias inimaginables. No se puede seguir permitiendo que Israel viole todas las leyes, normas y lugares sagrados, arrastrándonos a todos al abismo. Hay que ponerle fin a Israel, y la comunidad internacional, incluido Uruguay, debe actuar con determinación. Cada día, Israel demuestra que no tiene ningún respeto por el derecho internacional, el derecho humanitario y de los derechos humanos, por la Carta ni por la autoridad de las Naciones Unidas. Lo hace de forma flagrante y sin pedir disculpas. Sigue impertérrito, disfrutando de la impunidad que se le ha concedido durante demasiado tiempo. No teme las consecuencias porque nunca ha rendido cuentas; por lo que sigue creyendo que puede salirse con la suya con sus crímenes, imponiendo la anarquía como una forma de vida de facto no sólo al pueblo palestino, sino a nuestra región y a la comunidad internacional en su conjunto.

La comunidad internacional no puede permitir que continúe esta parodia de la justicia. El Consejo de Seguridad, en particular, debe superar su parálisis y apuntalar la voluntad política para actuar ahora y presionar para que se ponga fin a todas estas acciones ilegales que están poniendo en peligro millones de vidas humanas y la paz y la seguridad internacionales.

Esto comienza exigiendo un alto el fuego inmediato, exigiendo que se respeten las órdenes de medidas provisionales de la CIJ e imponiendo un embargo de armas a Israel.


Israel ha dejado en claro que no quiere un alto el fuego, sino prolongar su guerra genocida mientras persigue abiertamente la limpieza étnica y la anexión de toda la Palestina ocupada. Por lo tanto, los Estados, incluido Uruguay, deben exigir e imponer un alto el fuego de conformidad con su deber y autoridad en virtud de la Carta. Es hora de detener el derramamiento de sangre y garantizar la asistencia humanitaria necesaria para salvar la vida de millones de civiles, incluida una acción rápida para poner fin al desastre de salud pública en. Los organismos de las Naciones Unidas, incluidos la UNRWA, la OMS, UNICEF y otros, están preparados y se les debe permitir llevar a cabo su labor humanitaria.

Nuestra acción colectiva también debe incluir la rendición de cuentas por todos los crímenes perpetrados por Israel, la potencia ocupante, contra el pueblo palestino. Esto es imperativo y no puede demorarse más. Es esencial para disuadir futuros crímenes, lo cual es igualmente esencial para proteger a los civiles y para garantizar la paz y la seguridad internacionales.

Por lo tanto, seguimos trabajando con los Estados y la comunidad internacional, y pedimos nuevamente al Uruguay que actúe; que presione para detener este genocidio; que trabaje conjuntamente con Palestina y la comunidad internacional para proteger al pueblo palestino y preservar el derecho internacional, ambos amenazados existencialmente por Israel; que actúe ahora para poner fin a esta ocupación ilegal, al régimen de apartheid y a todos sus horrores.

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