Una primera demostración de la capacidad que tiene la nueva encargada de Negocios de los Estados Unidos, Debra Hevia, para conquistar “la mente y los corazones de la gente”, según establecen los manuales del Departamento de Estado y de otras agencias de seguridad de ese país, es la impresión que le causó a un líder de opinión.
El periodista Pepe Pomacusi se ha encargado de decir que la nueva máxima autoridad de la Embajada de los Estados Unidos en Bolivia, quien acaba de compartir un video en el que habla del Illimani, las marraquetas y la hospitalidad boliviana, es una mujer casada con un tarijeño con el que tiene dos hijos y que le dará a las relaciones bilaterales un toque más humano. La funcionaria ya tiene quien haga barra por ella.
Sin duda, este breve perfil periodístico está vinculado con la realidad. En líneas generales es cierto, cuando se mira desde una sola perspectiva. Sin embargo, detrás de esta imagen reforzada desde las redes –como mujer amante de la familia, la naturaleza, los paisajes naturales y las especies de flora y fauna– existe una funcionaria del Departamento de Estado con un perfil de especialidades, temáticas y tareas puntuales escritas en un libreto invisible.
Hevia, que acaba de asumir funciones en La Paz el 14 de septiembre, es considerada una diplomática de carrera experta con el grado de Ministra Consejera y apreciada por su conocimiento en temáticas inherentes a los Estados latinoamericanos y sus problemáticas actuales, pues estuvo en misión en Bolivia, Nicaragua, Panamá y Ecuador, además de trabajar en la Oficina de Asuntos Centroamericanos. Sus áreas fuertes de conocimiento son el narcotráfico, los Derechos Humanos y las libertades individuales. Además habla español, rumano, eslovaco y holandés. Previa a su especialización en América Latina, fue consejera política en Bucarest, Países Bajos y Eslovaquia.
Es muy importante hacer referencia a que tuvo un puesto en el Centro de Operaciones del Departamento de Estado (DOS), que se caracteriza por ser un espacio de diseño de estrategias de desestabilización. En realidad, es un grupo de trabajo dedicado a las tareas de inteligencia y de operaciones especiales del Departamento de Estado, desde donde Philip Golberg siguió operando tras ser expulsado de Bolivia en 2008 por respaldar a las acciones de violencia de la oposición antidemocrática en base a informes de inteligencia política proporcionados por la Administración de Control de Drogas (DEA), igualmente expulsada ese mismo año.
Por eso es significativo que, en sus misiones en distintos lugares de servicio, Hevia haya privilegiado cierto tipo de relaciones: en Nicaragua sus amigos más cercanos fueron ONGs y partidos de derecha, siendo próxima a proyectos con financiamiento del Instituto Nacional Demócrata para los Asuntos Internacionales (NDI), especialmente dirigidos a jóvenes. La joven diplomática fue muy activa en el respaldo a los grupos políticos y civiles que llevaron adelante el fracasado golpe de Estado contra el gobierno de Daniel Ortega en abril de 2018.
Entre agosto de 2020 y diciembre de 2022 tuvo su última misión en Ecuador. Esta tuvo por objeto cambiar el rostro de la embajada de su país, que desde 2011 se vio deteriorada cuando Heather Hodges fue declarado “persona no grata”, mellando las relaciones bilaterales. Así, Hevia le puso un rostro solidario con donaciones para combatir el Covid-19, gran parte de las cuáles fueron orientadas a la judicatura y a la Policía del Ecuador.
Esa iniciativa fue muy apreciada por el gobierno de Lasso y el Consejo de la Judicatura, ya que contó con el respaldo de expertos de organismos internacionales como la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), apoyados en el Pacto Contra el Crimen Transnacional Organizado y su Programa. De esta manera, 14 jueces fueron especializados en temas como narcotráfico, corrupción y crimen organizado. Guillermo Lasso, presidente ecuatoriano, dijo: “el Ecuador entero espera que ustedes hagan su trabajo de la mejor manera, para evitar que el hampa se adueñe del país, y atente contra nuestra seguridad y paz”. A estas palabras Hevia respondió: “estamos aquí para apoyarlos”. La Embajada de los Estados Unidos en Ecuador, a pesar de la presencia de la DEA y el FBI, no pudo evitar que el crimen organizado se apodere del país, aunque logró que se construyera la idea de narcoEstado.
La alta funcionaria estadounidense en La Paz ahora tiene la misión de cambiar el rostro de país en Bolivia. Antes estuvo dos veces ocupando cargos nada sospechosos, aunque luego la verdad saldría a luz. Según los Wikileaks, estuvo vinculada a poner en marcha acciones de denuncia contra Evo Morales, quien antes de su asunción como presidente y durante gran parte de su gobierno se habría convertido en un objetivo de su análisis y acción, pues lo ha estudiado en todas sus aristas.
La crisis estructural de la Justicia, la problemática del narcotráfico y sus nuevas rutas, la crisis en la Policía y la potencial acción de fiscales más allá de sus funciones y atribuciones, seguramente se convertirán en áreas de interés de la nueva encargada de Negocios. Es bastante llamativo, además, que en círculos políticos estadounidenses, incluida su misión diplomática en La Paz, se esté empezando a introducir la categoría “crisis económica” para describir a un país que, a pesar de factores externos e internos, mantiene estabilidad, baja inflación, apuesta por la industrialización y perspectivas de crecimiento.
Son llamativos los tiempos políticos que empleó el Departamento de Estado para preparar la llegada de Hevia. A Charisse Philips (agosto 2020-octubre 2022) le sucedieron dos encargados de Negocios interinos: estamos hablando de Marcos Mandojana (junio 2023-julio 2023) y Joaquín Monserrate (julio 2023-agosto 2023). Del 27 de agosto hasta la llegada de Hevia, la del rostro humano, estuvo al mando Joseph Tordella, pero solo como Ministro Consejero.
El primero, nacido en Puerto Rico, antes de incorporarse al Servicio Exterior se desempeñó en el área de estrategias políticas del Instituto Nacional Democrático (NDI). De trabajar también en el Departamento de Defensa, en el poco tiempo de su estadía en Bolivia dejó un selló de pedantería y descortesía, que es la imagen inversa de la que pretende construir Hevia. Al salir del país y antes de trasladarse a los Estados Unidos el Departamento de Estado lo llevó unos días a Perú, donde la presencia e influencia militar estadounidense va en ascenso.
El segundo, igual de Puerto Rico y con formación inicial en el área de inteligencia del Departamento de Estado, trabajó en Cuba, Vietnam, India e Indonesia. El Departamento de Estado le otorgó un premio por su destacado “trabajo humanitario” en la “protección” a “actores” cubanos que pronto se organizarían en el Movimiento San Isidro para demandar la libertad del rapero Denis Solis, un activista con estrechos vínculos con los grupos terroristas de Miami.
Tordella, el funcionario que se quedó al frente de la embajada yanqui apenas se fue Monserrate y hasta que llegara Hevia, de igual forma tiene sus raíces en el NDI y sus tareas de injerencia a través del ropaje de difusión de “valores democráticos”.
Los dos encargados interinos y el Ministro Consejero tuvieron la misión de hacer una “limpieza” en la Embajada de los Estados Unidos apenas se fue Charisse, una operación en la que suelen participar los servicios especiales y que ya fue realizada en Bolivia cuando Larry Memmott (2012-2014) tuvo que adelantar su partida y dejar a un interino –Aruna Amirthanayagam– debido a la difusión de noticias –presuntamente originadas desde el interior de aquella legación– que revelaban el accionar norteamericano contra el país sudamericano.
El perfil de Hevia, precedida por funcionarios con vínculos con operaciones de inteligencia y campañas subliminales, será un factor del que el Gobierno deberá tener mucha atención, pues su actividad en otros países latinoamericanos y caribeños potencialmente podría significar la articulación de tareas de desestabilización que, hasta ahora, no han tenido un director de orquesta.
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