Camilo Katari
Lo que hoy llamamos Bolivia, fue un territorio construido alrededor de Potosí. La Plata y su sistema de explotación determinó la creación de la Audiencia de Charcas, como el centro del poder colonial.
El poder colonial logro dividir, muchas veces la resistencia de los Incas, logrando un enfrentamiento entre ellos. Algo de eso estamos viviendo estos días. Frente a la potencia política desatada más o menos desde los años 30, en los pueblos originarios, el bloque colonial mantiene unan actitud constante de confrontación para quebrar el proyecto político del Estado Plurinacional.
Son ellos que, a través de sus múltiples dispositivos, van tratando de minar las bases del movimiento de pueblos originarios nucleados hoy en un instrumento organizativo; el Pacto de Unidad (PU) y en el Instrumento Político Por la Soberanía de los Pueblos (MAS – IPSP).
Tanto el MAS-IPSP como el PU, han descuidado durante los últimos diez años, un trabajo sistemático de fortalecimiento ideológico y político, porque fueron cooptados por la administración de Estado.
Como reflejo de la mentalidad colonial, muchos dirigentes, que asumieron responsabilidad en el gobierno, copiaron el molde occidental del burócrata, que hace negocios para provecho personal, olvidando y rompiendo su ligazón con su comunidad y actuando en los moldes burgueses de “autoridad”, esta actitud generó un doble efecto, primero debilitando el carácter orgánico sindical y segundo afirmando que “la política es sucia”, justamente lo que busca la elite colonial, para hacer del ejercicio político un estamento cerrado y cómplice como lo hicieron durante los 20 años del neoliberalismo.
Los amagos de confrontación que hoy existen en el MAS son las consecuencias de ese pasado sin un plan serio descolonizador del pensamiento y de las instituciones que siguen siendo republicanas y liberales. El debate del curso del proceso de cambio, fue nulo, es decir no hubo una pedagogía de la praxis descolonizadora, las estructuras sindicales se debilitaron y las direcciones del MAS, que en un principio estaban en manos de las organizaciones de pueblos originarios dieron paso a dirigentes urbanos “profesionales” que no conocen ni el mismo proceso de acumulación que significó la construcción del Instrumento Político.
Los “recién llegados” se subieron a la cresta política del MAS y la alejaron de la democracia comunitaria, para ejercer una forma partidaria tradicional. Las fricciones internas expresan estos cambios sinuosos, los coqueteos con una clase empresarial amarilla y solamente interesada en su rédito económico, la convivencia con un Órgano Judicial heredero de los “doctores de Charcas”, en lugar de buscar su descolonización. Existen pues signos de malestar y más allá de las personas, serán las organizaciones del Pacto de Unidad quienes le devuelvan la fuerza y el proyecto histórico a ese caudal de votos que renovó la confianza en su Instrumento Político. Serán las organizaciones que retornando a los ayllus comunidades encuentren el ajayu y la kamasa para seguir avanzando.
La recuperación de la democracia, arrancada con lucha consecuente de los pueblos originarios, es una clara señal de la vigencia del Vivir Bien como horizonte histórico, no se trata de un segundo proceso de cambio, sino de continuar con el proyecto iniciado en 1992, no existe la posibilidad de “borrón y cuenta nueva” el largo camino recorrido desde Vilcabamba hasta Sucre, cuando se plantea el Estado Plurinacional, no se va a detener, por eso Evo Morales ha dicho: “Nos quedaremos para siempre” es decir ya no podrán ser marginados ni excluidos los pueblos y naciones que nunca fueron vencidos.
“Debemos gobernarnos nosotros mismo” ha dicho el jilata David Choquehuanca, recuperando la memoria de los Amarus y Kataris. Ese es el camino, las piedras que hoy pretenden frenar la marcha, son apenas obstáculos que nos recuerdan que ya hemos superado montañas de piedras y seguimos caminando.
#CamiloKatari
Periodista Potosino
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