Argentina. El “loco de la motosierra” llega a Roma
por Geraldina Colotti
El gobierno italiano ha recibido el “loco de la motosierra”, alias el presidente argentino, Javier Milei. El primer punto en su favor, durante la canonización de la Mamá Antula argentina, fue el abrazo del Papa, dispuesto a perdonarle los coloridos epítetos que le había dirigido: “en la campaña electoral se dicen muchas cosas”, le permitió Francisco a pesar de tener una visión diferente de su Argentina, y también de la relación entre derechos y poder. Bergoglio lo ha demostrado desde el inicio de su pontificado, organizando encuentros mundiales con movimientos populares en los que su gran amigo Juan Grabois fue una figura clave.
Javier Milei se reunió con Giorgia Meloni.
Grabois se formó en los movimientos de los cartoneros y de los sin techo, y su perspectiva es la de la economía circular, del compartir y del dar, cercana al espíritu de las dos encíclicas escritas por Francisco (la primera, la Lumen Fidei, fue escrita en parte por su predecesor, Benedicto XVI), y que constituyó el esquema de los encuentros mundiales: Laudato si’, que conecta la crisis ambiental de la Tierra con la crisis social de la humanidad, para proponer una visión integral de la ecología; y Fratelli tutti, sobre la fraternidad universal.
En las primarias argentinas, Grabois se presentó con la coalición Unión por la Patria, y llevó al ganador Sergio Massa, exministro de Economía y candidato progresista, un 5,85%, sobre el total de 27,28% votos obtenidos. El 19 de noviembre, Massa perdió ante Milei, líder de la coalición “Avanza La Libertad”, que ganó con más del 56% de los votos.
A diferencia de Milei, que destruye todas las protecciones sociales y ataca la democracia argentina, Bergoglio ha elegido “la opción preferencial por los pobres, esta necesidad ético-social que nace del amor de Dios – afirmó – que nos impulsa a pensar y diseñar una economía donde las personas, y especialmente los más pobres, sean el centro. Y eso nos anima”. Y puso sobre la mesa una de sus últimas provocaciones, declarando al semanario Credere: “Si bendigo a un empresario que explota a la gente, nadie se escandalizará, pero si se escandalizan si bendigo a un homosexual. Esto es hipocresía”.
También en esta ocasión, frente a Milei, que cerró los comedores populares a más de 4 millones de pobres, Bergoglio denunció “que hay muchas personas hoy a las que se les niega el derecho a la salud” y muchas que viven en la extrema pobreza y duermen en las calles, y que tenemos que ponernos del lado de ellos. Pobres y sin techo que, en Argentina, estan en la calle precisamente en consecuencia de la “motosierra” activada por Milei con su plan de privatizaciones salvajes y de atar al país en las bobinas del Fondo Monetario Internacional, del que Argentina es el principal deudor.
Sin embargo, como el Vaticano es una institución secular que debe mantener unidas a todas las almas y que, independientemente de quién se siente en el trono papal, no puede cuestionar la división de clases a nivel estructural, incluso el loco de la motosierra recibió el abrazo de la bendición papal para continuar su agenda a los más rápido: para evitar los reproches del Fondo Monetario Internacional, que gobierna de facto a la Argentina.
El FMI, que en su momento acusó al empresario Mauricio Macri, elegido con el objetivo de volver a endeudar al país durante generaciones y ahora aliado de Milei, de actuar con demasiada lentitud. Milei quiere aprovechar las indicaciones contenidas en el libro La tiranía del status quo, en el que Milton y Rose Friedman, maestros de los Chicago boys, hacen un balance de la política económica norteamericana en los años de Reagan y explican, desde una perspectiva neoliberal, por qué “la invasión del Estado dificulta la recuperación”.
Con este estribillo, combinado con las teorías libertarianas más extremas sobre el “anarco-individualismo” en la economía, Milei retoma las líneas de Trump: pero sin esa figura del nacionalismo que, en un gran país del sur como Argentina, proyectada desde la izquierda hacia una idea de soberanía articulada en la Patria Grande soñada por Bolívar, correría el riesgo de adquirir otras connotaciones.
Los cuatro años de Macri han agravado los problemas económicos y políticos de un país que, bajo los gobiernos Kirchner, se había recuperado sólo parcialmente del default de 2001, y que ahora tiene una deuda con el Fondo Monetario Internacional de 45 mil millones de dólares, de los cuales 10,6. mil millones adeudados a acreedores multilaterales y privados hasta abril. Tranquilizado por el programa de Milei, el FMI concedió una nueva línea de crédito, que incluye el tramo de 3,3 mil millones de dólares no desembolsados en noviembre más los 1,4 mil millones de anticipo, para un pago total de 4,7 mil millones.
Por lo demás, el libertariano argentino planea ganar dinero con una gigantesca guerra contra los pobres que, en parte, también votaron por él, siguiendo su falsa bandera “antisistema”, y ante la falta de propuestas del gobierno de Alberto Fernández, un señal de la profunda crisis que atraviesa el kirchnerismo en Argentina.
Frente a Sergio Massa, ministro de la desastrosa economía argentina y representante del capital industrial que hace negocios con el Estado, el grosero equipo de Milei se impuso también entre los sectores populares más marginados y empobrecidos por la crisis (cuatro de cada 10 ciudadanos son pobres, la inflación anual es 143%, la moneda se ha derrumbado y el déficit fiscal es enorme, el déficit comercial asciende a 43 mil millones de dólares); y ganó en 21 de las 24 provincias del país.
Sin embargo, su camino se complica en n la Cámara y en el Senado, ya que los escaños fueron asignados en base a los resultados de la primera vuelta, mientras que él fue elegido en la segunda vuelta. Su partido está representado sólo por 38 de 257 diputados en la Cámara y 7 senadores de 72 en el Senado. Por lo tanto, en la Cámara necesita el apoyo externo de la coalición de centroderecha Juntos por el Cambio. Una situación que está bloqueando el camino de la nefasta Ley Ómnibus.
La motosierra de Milei le había abierto el camino con el Decreto de necesidad y urgencia (Dnu), mediante el cual liberalizó el país aboliendo más de 300 leyes que afectaban a importantes sectores de la economía: gestión de la tierra, alquileres, pensiones, energía, medicamentos subsidiados… Luego, le hubiera gustado tener carta blanca para legalizar una situación de emergencia y obtener poderes especiales para decidir por decreto hasta 2025. Una emergencia que podría prorrogarse por otros dos años. Las formidables protestas callejeras, repetidas y crecientes, que pretenden construir una nueva unidad desde abajo que sacuda la flema institucional, han desafiado sin embargo la represión y han convencido al Parlamento de bloquear temporalmente el paquete de cientos de leyes, incluidas las más autoritarias en materia de seguridad.
En Davos, en la reunión anual del Foro Económico Mundial, Milei expuso su visión del mundo, frente a aquella que “conduce inexorablemente al socialismo y, en consecuencia, a la pobreza” y que pone en peligro “los valores de Occidente”. “El problema – afirmó – es que la justicia social no sólo es injusta, sino que ni siquiera contribuye al bienestar general”, y es “violenta” porque los impuestos, con los que se financia el Estado, “se recaudan de forma coercitiva”, por lo que “a mayor presión fiscal, mayor coerción, menor libertad”. La libertad de los ricos, obviamente, porque el libertariano efectivamente ha aumentado los impuestos.
Milei demostró cómo pretende defender los “valores de Occidente”, yendo a sollozar ante el Muro de las Lamentaciones abrazado a su rabino-embajador, “el Peluca”, que lucía un lazo amarillo en el ojal, en solidaridad con los rehenes de Hamás. Milei, que pretende convertirse al judaísmo, anunció que trasladará la embajada de Tel Aviv a Jerusalén y no perdió ocasión para insultar y desmarcarse de alianzas que pretenden construir un mundo multicéntrico y multipolar alternativo a Estados Unidos y en en el que Argentina, incluso con el moderado Fernández, seguía incluida. Por el contrario, el eje con el que cuenta Milei es el EE.UU.-Europa subordinado a la OTAN.
“Milei, Europa no te quiere”, decían las pancartas de los argentinos que protestaban frente al Vaticano. Pero los medios italianos no las mostraron, mientras los de Argentina, se burlaron de los pocos que eran. Por lo contrario, enfatizaron las quatros o cinco manos que se han tendido por saludar al loco de la motosierra mientras se iba a los encuentros con las maximas autoridades italianas y, después, a una importante entrevista en la televisión.
En esta entrevista, se habló de los estudios en economía (neoliberal) de Milei y de los puntos de contactos con el gobierno de Giorgia Meloni. Milei, de origen italiano, trajo consigo una numerosa delegación de empresarios, y prevé relanzar el eje Roma-Buenos Aires, sólido tanto en el seno del G20 como de la ONU, y como elemento de mediación en el diálogo entre bloques regionales.
Milei planea liberarse de todas las alianzas hegemonizadas por gobiernos progresistas, animados por relaciones no subordinadas a EE.UU. y por una visión común de la Gran Patria Latinoamericana. Sin embargo, su gobierno ha decidido apoyar el acuerdo de libre comercio UE-Mercosur y cuenta con el gobierno de Meloni, con el que no le faltan similitudes.
La primera ministra italiana dijo estar “fascinada” por la personalidad del libertariano y así el. Meloni, junto con la opositora pro-atlántica del gobierno de Maduro, María Corina Machado, fue una de las primeras en felicitarlo por su elección. El loco de la motosierra espera ganar influencia sobre ella para ser facilitado en las negociaciones dentro de la UE por el acuerdo con el Mercosur.
El antecesor de Milei, Alberto Fernández, durante la última cumbre del Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay), en Río, el 6 de diciembre, sostuvo que el acuerdo – firmado en 2019 después de veinte años de complejas negociaciones y aún pendiente – es “desfavorable para el desarrollo de la región”. Un punto aún más delicado ahora, en el escenario de las protestas de los agricultores a nivel europeo.
Sea como fuere, incluso la máscara con la motosierra, una de las últimas que se ha puesto el capitalismo para intentar resolver su crisis estructural, como ya ha ocurrido con el neofascismo europeo tendrá que silenciar las supuestas proclamas “antisistema” para ponerse presentable en los palacios del poder: para desempeñar su papel en lo que, usando categorías latinoamericanas, podríamos definir como un nuevo choque entre monroísmo y bolivarianismo, doscientos años después de la nefasta Doctrina Monroe.
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