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4/16/2025

El marxismo-leninismo contra el egocentrismo, el personalismo y el culto a la personalidad



El marxismo-leninismo contra el egocentrismo, el personalismo y el culto a la personalidad

Desde la perspectiva del marxismo-leninismo, toda forma de egocentrismo, personalismo y culto a la personalidad representa una desviación peligrosa y reaccionaria que atenta contra los principios revolucionarios y democráticos que deben regir a cualquier organización del pueblo.

El centralismo democrático —pilar organizativo del marxismo-leninismo— implica una estructura donde las decisiones se toman desde las bases hacia la cúpula y se ejecutan desde la cúpula hacia las bases, en un proceso permanente de interacción, crítica, autocrítica y renovación. La autoridad emana del pueblo organizado, no de figuras individuales autoerigidas como salvadoras eternas.

En este sentido, Evo Morales Ayma, ex presidente de Bolivia y actual líder del MAS, ha construido un modelo político contrario a estos principios. Su liderazgo se ha transformado en un esquema basado en el egocentrismo, el personalismo y un culto a su figura que contradice abiertamente la ética revolucionaria. No hay revolución verdadera donde un solo hombre se coloca por encima de la organización colectiva.

Evo Morales impuso decisiones por encima de las estructuras, desplazó a dirigentes elegidos por las bases y forzó candidaturas mediante pactos cupulares y manipulación interna. Su intento de perpetuarse en el poder, incluso desconociendo el resultado del referéndum de 2016, no solo fue antidemocrático, sino profundamente autoritario. Esa conducta no puede justificarse desde ningún marco marxista-leninista coherente.

El culto a la personalidad distorsiona la conciencia del pueblo, anula la crítica y frena la renovación política. En lugar de promover la formación de nuevos cuadros y liderazgos colectivos, concentra el poder en una figura que se considera incuestionable, volviendo a prácticas caudillistas típicas del viejo orden burgués.

Es momento de reivindicar el verdadero centralismo democrático: la elección democrática de representantes, la rotación de cargos, la transparencia en las decisiones y la participación activa de las bases en todos los niveles. Ninguna revolución puede avanzar si se convierte en patrimonio de un solo hombre.

El marxismo-leninismo no necesita ídolos, necesita organización, claridad ideológica, compromiso colectivo y dirección crítica y autocrítica. Lo demás, es traición al pueblo y al proyecto emancipador.

Lic. Rubén Suárez
Director – Red Contacto Sur



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