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10/19/2025

Migración: Un Llamado a la Empatía en la Tierra Ancestral

 Migración: Un Llamado a la Empatía en la Tierra Ancestral



Paraguay, en su momento, fue un faro de prosperidad, orden y paz, destacándose por su autonomía económica y la ausencia de deuda externa. Sin embargo, la historia nos recuerda la dolorosa participación de Argentina en la Guerra de la Triple Alianza, integrando el bando que devastó a nuestra nación hermana. Este conflicto no solo truncó el desarrollo paraguayo, sino que sembró las semillas de un empobrecimiento que hoy se manifiesta en el éxodo masivo de su población, una masa migrante que enriquece y desafía a la sociedad argentina.

 

La migración es un derecho humano inalienable, un viaje intrínseco a la búsqueda de dignidad, oportunidades y la huida de la inestabilidad. ¿Acaso olvidamos a aquellos inmigrantes europeos que, escapando de las guerras y la miseria de su continente, encontraron refugio en estas tierras? Este suelo, ancestralmente Inca, los recibió con los brazos abiertos, sin discriminación ni odios. Es imperativo recordar que esta tierra les brindó un hogar cuando el suyo se desmoronaba.

En los albores de nuestra historia, mientras el gobierno argentino forjaba su desarrollo económico a través de lazos europeos y la exportación de materias primas como carne y cereales, beneficiándose de la mano de obra esclava y migrante; países hermanos como Bolivia, Ecuador, Perú y Paraguay luchaban por establecer economías estables, desprovistos de estas ventajas. Los líderes de las naciones limítrofes vieron en Argentina un modelo a seguir, anhelando un apoyo que, lamentablemente, nunca llegó. No obstante, la solidaridad trascendió las fronteras: Perú, por ejemplo, demostró su hermandad incondicional durante la Guerra de las Malvinas en 1982, sacrificando vidas sin exigir retribución alguna, un contraste marcado con las exigencias económicas impuestas por potencias extranjeras.

El neoliberalismo en los años 90 exacerbó la desigualdad mediante la privatización en Argentina, Perú y Chile. Los líderes de la época contribuyeron al desmantelamiento del Estado, resultando en la desigualdad actual, lo que hace contraproducente abordar a las naciones hermanas con resentimiento.

El costo de ser migrante es inmenso y multifacético. No solo aportamos nuestro trabajo incansable al desarrollo económico de Argentina, impulsando sectores clave como la construcción, la agricultura, la asistencia en casa particulares y el cuidado de personas, sino que también enfrentamos gastos exorbitantes de regularización, el desafío de enviar remesas y una persistente discriminación laboral. Muchos migrantes se ven obligados a pagar altas sumas por sus documentos, una carga económica que se suma al sufrimiento silencioso del Síndrome de Ulises, una herida emocional profunda causada por la soledad, el desarraigo y el miedo, que se agrava al dejar a hijos y familiares atrás, con la angustia constante de la separación. Los tiempos oscuros de la dictadura militar de 1976 son un recordatorio de cómo los migrantes fueron perseguidos, encarcelados y torturados, sufriendo tratos inhumanos en centros de detención clandestinos.

 

La Ley de Migraciones 25871, promulgada en 2003, fue un acto de reparación histórica que buscó garantizar la igualdad de derechos e integrar a los migrantes, valorando su contribución al progreso de Argentina. Esta ley permitió el acceso a la salud, la educación y el trabajo en condiciones de igualdad. Sin embargo, la derogación de esta ley mediante el DNU 366 es un retroceso inconstitucional que desata una ola de prejuicios y violaciones a los derechos humanos.  Recientemente, hemos visto por los noticieros como un grupo de ciudadanos del Paraguay son detenidos arbitrariamente en los cruces fronterizos, tratados como vil delincuentes sin el debido proceso, y familias enteras son separadas, despojadas de su sostén económico y afectivo.

 

La omisión histórica alimenta el racismo en Argentina. Al ignorar la contribución vital de los migrantes a la construcción del país y perpetuar estereotipos negativos, se justifica la discriminación y la exclusión. Es hora de reconocer que Argentina es un país diverso y multicultural, donde todos sus habitantes merecen ser tratados con dignidad y respeto.

 

Cuando los políticos del gobierno actual hablan de reciprocidad entre naciones a menudo ignoran esta compleja historia de interdependencia y muestran un resentimiento injustificado. No olvidemos que el territorio argentino tiene raíces ancestrales en la cultura Inca, y que la independencia de la nación argentina se forjó gracias al sacrificio de los más humildes entre ellos negros e indígenas; si el color de piel marrón cobrizo que nos caracteriza es motivo de ofensa para el argentino, para nosotros es un motivo de orgullo, pues nos otorga la identidad originaria de nuestros ancestros los Incas y el legado de estas ricas tierras. Nosotros nacimos en estas tierras, no inmigramos a continentes europeos, somos legalmente los legítimos pobladores de la región.

  

Seguimos estando en nuestro hogar ancestral, desplazándonos entre países hermanos en busca de un futuro mejor, y a cambio, pagamos un alto precio, contribuyendo al enriquecimiento de este país. Quienes nos discriminan por nuestro origen y apariencia, olvidan que esta tierra es Inca, y que son ellos, descendientes de europeos, quienes deberían cuestionar su pertenencia. No renegamos de nuestras raíces ni de nuestra identidad. A pesar del mal proceder y el racismo, a pesar de que se exterminaron a los pueblos indígenas para apropiarse de las tierras y dar lugar a la propiedad privada, no guardamos resentimiento. Reconocemos que, como consecuencia de esas injusticias, existe la masa migrante que hoy busca un futuro mejor en esta tierra.

Nos oponemos firmemente a la derogación de la Ley de Migraciones mediante el DNU 366, por ser inconstitucional y desconocer el valioso aporte de los migrantes a la sociedad argentina.


Es momento de recordar que, los migrantes impulsan la economía argentina a través de impuestos, consumo y creación de empleos, y su riqueza cultural enriquece la diversidad de nuestra nación, aportando nuevas perspectivas y tradiciones. Pese a los desafíos, construimos una sociedad más inclusiva y tolerante. Los países vecinos de ascendencia Inca siempre estuvieron atentos a lo que ocurría en Argentina, prestos para brindar su apoyo ante cualquier amenaza, un apoyo que no siempre es reciproca. Este respaldo nace del amor a Argentina, a la región y a la integración de nuestros pueblos, reconociendo que, al final, somos hermanos.   El gobierno debe honrar el camino trazado por argentina en el preámbulo de la Constitución Nacional, en cuanto a afianzar la justicia y la libertad para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino, reconociendo y valorando a quienes construyen el presente y futuro de Argentina con esfuerzo, forjando juntos un destino de verdadera hermandad y progreso.   


Sabi Álvarez

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